Las cosas como son: desaparición forzada

 

Fuente: Rapé

El 23 de enero pasado, Marco Antonio Sánchez Flores, estudiante de la preparatoria 8 de la UNAM, fue detenido de manera arbitraria por cuatro policías de la Ciudad de México. Se encontraba tomando una foto de un grafiti con un amigo, cuando dos policías lo acusaron sin fundamento alguno de haber robado un celular. Después se sumaron otros dos elementos de (in-)seguridad pública y, ante el acoso, Marco Antonio decidió correr hacia la estación de Metrobús El Rosario. Fue golpeado en su detención, aún cuando ya lo tenían amagado, por lo cual se hizo uso excesivo de la fuerza. En lugar de ser llevado al ministerio público, como marca el protocolo de actuación policial, supuestamente fue liberado momentos después. Es a partir de entonces que Marco Antonio ya no sería como era hasta antes de su detención. Dado que los policías no actuaron bajo el protocolo establecido, se puede hablar de su desaparición forzada.

Cuatro días después, el 27 de enero, fue detenido por policías del Estado de México ya que deambulaba en un puente, con supuestas señales de querer suicidarse, y fue llevado a un juzgado cívico de Tlalnepantla. Permaneció un total de 10 minutos en el juzgado y fue puesto en libertad al no encontrar ningún delito que perseguir. Nuevamente Marco Antonio estaba desaparecido. En el juzgado no se registró siquiera la detención, ya que según el juez no quiso dar su nombre; entonces así nada más fue dejado a su suerte, ignorando las claras señas del mal estado de salud en que se encontraba Marco. Aquí es donde estos hechos fueron captados por cámaras del C5, y se informa a la policía capitalina que un joven con características similares al desaparecido Marco fue registrado en video.

Fue hasta el 28 de enero, un día después de su presentación al juez cívico de Tlalnepantla, que es encontrado en el fraccionamiento Álamo del municipio mexiquense Melchor Ocampo, a más de 30 kilómetros de donde fue detenido por primera vez. Una vez localizado, se informó a sus padres quienes confirmaron la identidad del joven estudiante; sin embargo, aunque Marco había regresado, en realidad no era él el que estaba ahí. En la prensa se pudo observar las señas claras de que su salud fue fuertemente mermada. Miguel Ángel Mancera se apresuró a decir que la situación se trataba de un mero extravío, mientras personajes intolerantes como Arne Aus Den Ruthen rápido mencionó a través de su cuenta de Twitter que de seguro Marco Antonio andaba de fiesta y drogándose, y por ello su estado de confusión y maltrato físico.

Al tratarse de una presunta desaparición forzada, la cosa no termina ahí. Debe seguir la investigación a fondo para el deslinde de las responsabilidades. No se trata de un simple extravío, como menciona Mancera, sino de una serie de violaciones a sus derechos humanos. Porque no es posible que las personas desaparezcan nada más porque sí, por la razón que haya sido, y que las autoridades no sigan los procedimientos correspondientes, y peor aún, que sean ellas mismas las que realicen el daño a las personas de manera expresa o por omisión.

Texto de Jesús Alejandro Tello – jesustello@delibera.org

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